¡Necesitamos buenas personas!
Ayer murió una buena persona. Era
el padre de una amiga. Lo recuerdo con mucho cariño ya que formó parte
tangencial de una etapa de mi vida que recuerdo con especial cariño y en el que
mis referentes masculinos eran bastante pobres. Mi recuerdo de él, que permanecerá
intacto para siempre, es de un hombre honesto, luchador, respetuoso e
inteligente, pero lo que más destacaría de él es su sentido del humor y su
generosidad.
Era un hombre que exprimía la
vida en cada cosa que hacía, y las hacía con todo su empeño y con toda la
alegría que le daba el día. Hacía el bien y era noble, y junto a su mujer eran
un ejemplo como pareja y como forma de entender la vida. Vivir con estos principios le ha hecho dejar
huella en muchas personas que sé que estos días le recordarán, como yo, con
alegría por haberlo conocido. Estas personas dejan poso, soy consciente de ello
cuando hago recuento de cómo hay personas que te enseñan solo con ser como son.
Sus hijos han aprendido de él (esto es una suerte para los que podemos
disfrutarlos) y de ellos lo harán sus nietos, y así las personas buenas van
dejando rastro y van enseñando que la vida se puede vivir de muchas formas, y
que hay que escoger la mejor forma de vivirla.
Tengo la necesidad de poner en
valor a las buenas personas. Aquellas que cada día hacen mejor la vida de los
que le rodean. Creo que este “pequeño” aporte es realmente la mayor aportación
que un ser humano puede dejar en vida. Las necesitamos. Son las que mantienen
el equilibrio de este mundo. Las buenas personas, las que de forma anónima ayudan
a otros a mejorar sus vidas, de forma silenciosa, las que lo hacen de corazón sin
esperar nada a cambio, y lo hacen porque están convencidos de que ellos son
parte de la solución. Y realmente lo son. Las personas buenas son la solución a
infinidad de problemas en el mundo y para el mundo.
Yo tengo la opinión de que las
personas buenas, y especialmente aquellas que queremos, no se van del todo. No
podemos verlas, pero siguen estando, siguen siendo referentes, nos siguen
acompañando en nuestro camino…
¡Gracias Pepe!
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